A todo el mundo nos suena la guardia pretoriana de la antigua Roma, conocida fuerza de guerreros de élite al servicio del emperador. Irónicamente esta no es recordada por sus muchas victorias militares, sino por su influencia política y la presión que ejercieron sobre los emperadores a los que muchas veces manejaban ellos mismos.
La guardia Varega del Imperio Bizantino tenía también la misión de proteger a su emperador, a primera vista pueden parecer iguales a sus homónimos de Roma, pero a los varegos les importaba bien poco la política del imperio al que servían, además de que hacían muchísimas más cosas que solo proteger al gobernante de turno.
Desde luego que hombres del norte de Europa se desplacen tan lejos para proteger otras tierras despierta la curiosidad de cualquiera, por eso la historia no los olvida.
EL ORIGEN DE LA GUARDIA VAREGA
Los orígenes de ciertos episodios de la historia son el resultado de reacciones internas que provocan un cambio significativo en los asuntos de un imperio, la creación de la guardia Varega no es una excepción a esto.
Una guerra civil en el Imperio Romano de Oriente enfrentó al Emperador Basilio II “Bulgaróctono” (el asesino de búlgaros) contra el rebelde Bardas Focas, quien marchó audazmente a Constantinopla con su ejército en el 987 d.C. Desesperado por los refuerzos, el emperador pidió ayuda a Vladimir el Grande, el Gran Príncipe de Kiev.
Vladimir vio su oportunidad en este acuerdo, en la que Basilio se comprometía a darle la mano de su hermana en matrimonio, y a su vez, Vladimir tendría que realizar la conversión al cristianismo ortodoxo de él y todos sus súbditos; pero también se comprometió a otorgarle un refuerzo de tropas a Basilio, el cual sería de suma importancia en la creación de la famosa “Guardia Varega”, y rápidamente envió a unos 6.000 hombres en ayuda del emperador romano. Según viejas fuentes (como la Crónica de Néstor, compilada en 1113 d.C.), estos hombres supuestamente eran rebeldes y no estaban pagados, y por lo tanto, el príncipe de Kiev estaba bastante feliz de enviarlos a los “griegos” del reino distante.
Estos fueron introducidos furtiva y sigilosamente en la capital de Constantinopla, sin que se percatasen los espías del rebelde Bardas Focas, cuyas fuerzas estaban acampadas no muy lejos de la ciudad, en la localidad de Abidos. Allí acudió Basilio II con sus tropas y los refuerzos formados por los “rebeldes no pagados”.
Los dos ejércitos se encontraron y Bardas Focas galopó directamente hacia el emperador en busca del combate directo, ya que si este moría el reino sería suyo; pero justo cuando se preparaba para el choque, sufrió un desvanecimiento, cayendo de su caballo y dándosele por muerto.
En la batalla, los “rebeldes no pagados” demostraron su brutalidad ensañándose con el ejército derrotado, con sus largas y pesadas espadas, y sus malvadas hachas de batalla, la propia cabeza de Bardas Focas fue cortada y entregada a Basilio, terminando así la rebelión de los terratenientes.
Basilio II restableció el orden y quedó tan impresionado por las hazañas de su nuevo ejército vikingo que les hizo las tropas de choque de élite de su ejército.
El cuerpo vikingo se hizo conocido como la Guardia Varega (hombres de promesa), en referencia al grupo de hombres unido por un juramento de lealtad y mutuo apoyo.
LA GUARDIA VAREGA Y El IMPERIO BIZANTINO
El empleo de mercenarios fue una habitual estratagema militar del Imperio Romano Oriental incluso en los siglos anteriores a la llegada de estos vikingos. Pero el reclutamiento de los varegos por Basilio II era ciertamente diferenciador, simplemente debido al factor de la lealtad. Los Varegos fueron empleados específicamente para ser directamente leales a su pagador directo: el Emperador. En ese sentido, a diferencia de la mayoría de mercenarios; eran dedicados, increíblemente bien entrenados, equipados con las mejores armaduras y la más importante dedicación a su señor.
Este sentido de la lealtad se manifestó cuando Basilio II dejó de confiar en las tropas imperiales que tenía designadas como su guardia personal, así que decidió en el año 988 d.C. otorgar esta merced a los vikingos que habían luchado a su lado en Abidos, ciertamente estos eran unos grandes guerreros, y dieron unas muestras de lealtad indestructibles, no solo a Basilio II, sino a los subsiguientes emperadores que le sucedieron.
La Guardia Varega no estaba (en su mayoría) sujeta a intrigas políticas; ni fueron influenciados por las élites provinciales y los ciudadanos comunes. Además, dado su mandato directo bajo el Emperador, los Varegos participaron activamente en varios puestos en todo el imperio, lo que los convirtió en una unidad militar efectiva.
FUNCIONES DENTRO DEL IMPERIO
Se forjaron una reputación brutal dentro del imperio, pues eran conocidos por hacer cumplir estrictamente las leyes y arrestar a los opositores políticos del emperador. Y como extensión de su ferocidad y su inclinación por la violencia algunos varangianos fueron empleados como carceleros, debido a su “especialización” en técnicas de tortura.
FUNCIONES FUERA DEL IMPERIO
En la guerra, la Guardia Varega no era mandada al completo para participar en la campaña que liderara el emperador, ya que había que proteger la capital de Constantinopla, por lo tanto, solía mandarse a la campaña a la mitad de las fuerzas “varegas”, mientras que la otra mitad permanecía guarneciendo la capital imperial. Y así lo hizo tanto Basilio II, como sus sucesores en el trono bizantino.
Con su herencia vikinga y la tradición rusa de la navegación marítima, se esperaba que los varegos tuvieran habilidades marítimas. Entonces, más allá de las maniobras en el campo de batalla y los deberes del palacio, algunos de los miembros más jóvenes (o menos experimentados) de la Guardia Varega fueron elegidos para cazar piratas. Estos guardias se desplegaban en embarcaciones marinas ligeras especialmente hechas para la ocasión, y trabajaban al unísono con los otros mercenarios nórdicos y rusos.
ORDENES EXCLUSIVAS DE LOS VAREGOS POR BASILIO II
- Defensa de la familia imperial bizantina.
- Labores ceremoniales durante la coronación de los emperadores.
- Fuerza policial especializada en la detención y eliminación de conspiradores.
- Fuerza de choque en frentes de batalla.
- Guarnición eventual de las ciudades cabeceras del Imperio.
- Guardia palaciega.
- Elementos de diplomacia (para impresionar a delegaciones y embajadas del extranjero).
COMPORTAMIENTO
Mencionaba antes cómo los varegos fueron empleados como rigurosos agentes de la ley en la capital bizantina, pero ellos mismos no eran demasiado reacios a violar ciertas leyes, pues una de las razones de su naturaleza bulliciosa posiblemente se deba a su amor por el vino, sus absurdos niveles de embriaguez a menudo causaron problemas a los guardias, con incidentes que incluso involucraban a guardias borrachos atacando a su propio emperador. Y más allá de la obsesión por el alcohol, que a veces se convirtió en abuso, los varegos también eran conocidos por su fascinación por visitar burdeles, junto con la fantasía de otras cosas “griegas”, como las carreras y espectáculos del hipódromo.
De todas formas para los varegos el “sentido del honor” era uno de sus pilares fundamentales, si alguno de sus integrantes se comportaba con deshonor los mismos varegos se encargaban de enjuiciarle, un poder que solo el emperador disfrutaba.
Al final estos guerreros de Escandinavia se hicieron famosos por su ferocidad, astucia y destreza en la lucha, pues consiguieron ser temidos en toda Europa.
LA TARIFA DE INGRESO A LA GUARDIA
Dado su estatus como miembros de élite de la guardia imperial, los Varegos obviamente recibían un salario muy alto. Sin embargo, solo los miembros ricos fueron incluidos en la guardia. El umbral se mantenía mediante una tarifa de ingreso relativamente alta (en oro), que el aspirante tenía que pagar a las autoridades romanas para ser considerado de la guardia de Varega.
Después de pasar esta “prueba” monetaria, el solicitante era examinado y evaluado más a fondo, a fin de mantener la calidad y la disciplina de la Guardia Varega. En cualquier caso, debe tenerse en cuenta que en la mayoría de las situaciones, los varegos que eran aceptados adquirían muchas más riquezas (de compensaciones, bonificaciones y botines), que su tarifa inicial de entrada. Entonces, desde una perspectiva realista, no hubo escasez de solicitantes, incluso los rechazados se hicieron nombres en las otras, aunque menos reconocidas, compañías mercenarias del imperio romano oriental.
EQUIPAMIENTO Y TÁCTICA
Los miembros de la Guardia Varega portaban en sus inicios una descomunal hacha de doble filo, llamada “Hacha Danesa”, un arma temible, ya que era capaz de dividir a un hombre desde el esternón hasta la entrepierna, o como se registró en varias ocasiones, cortar la cabeza de un caballo con un solo golpe poderoso. Es un arma perfecta para defender una pared, un corredor de palacio o la borda de un barco. Si bien con el tiempo pasaron a complementar su uso con el de la espada, llegando muchos de sus miembros a ser unos consumados espadachines.
También usaban como protección corporal la cota de malla y protecciones de cuero para contrarrestar las estocadas del rival. En cualquier caso, las imágenes populares de un guardia varego generalmente son de un hombre alto y fuertemente blindado que porta una enorme hacha descansando sobre su hombro.
El uso y empleo de la Guardia Varega en combate solo se realizaba en los momentos cruciales de la misma, tanto para dar el golpe de gracia como para intervenir en situación de apuro para las tropas bizantinas; aquí, la actuación de los varegos era descrita como una mezcla de rabia y terror.
Las campañas en Georgia, Armenia y Abjasia fueron testigos de un comportamiento cruel por parte de los varegos, ya que en alguna ocasión se excedieron en el uso de la fuerza, acabando con las fuerzas enemigas, pero también con civiles indefensos como mujeres y niños.
DECADENCIA Y FINAL
He hablado de como los primeros miembros de la Guardia Varega provenían principalmente del Rus, mientras que a fines del siglo XI fueron gradualmente reemplazados por los anglosajones. Pero eso no significa necesariamente que la guardia Varega estuviera compuesta exclusivamente por estos dos grupos. De hecho, desde los inicios, los varegos suecos solían estar acompañados por sus hermanos noruegos, que llegaron directamente desde Escandinavia, a diferencia de Rusia. Del mismo modo, en el siglo XI, los daneses también llegaron a las costas bizantinas, junto con los anglosajones.
Indistintamente de las nacionalidades, los varegos podrían haber disfrutado de una reputación temible, pero no eran infalibles. En 1081 d.C., por ejemplo, cuando Alejo I Comneno defendía a Dirraquio en Dalmacia, colocó a sus tropas varegas al frente de sus líneas, pero casi fueron aniquiladas por una carga de caballería enemiga. Tampoco demostraron mucho uso en 1204 d.C., cuando los caballeros de la Cuarta Cruzada atacaron Constantinopla, aunque su razón para huir de la batalla podría deberse a su falta de pago.
Estas derrotas, junto al avance de las guerras y la tecnología, pueden explicar porque los varegos se convirtieron en meros guardias de palacio y de prisiones desde mediados del siglo XIII.
Al final de sus días los famosos vikingos de sus inicios ya no estaban, el paso del tiempo dio lugar a que otras nacionalidades ocuparan los puestos de la guardia, para finalmente desaparecer por las innovaciones y las necesidades en el campo de batalla, cosas como la llegada de la caballería pesada fueron motivo para prescindir de ellos.
PERSONAJES NOTABLES DE LA GUARDIA VAREGA
HARALD HARDRADA
Ya sabemos que el solicitante debía proporcionar una cantidad de oro para ser considerado de la Guardia Varega. Esta medida aparentemente única permitió que muchos aventureros ricos, príncipes e incluso señores de la guerra del norte de Europa, aprovecharán su oportunidad (y la de su séquito) para ser incluidos en este grupo de mercenarios de élite.
Uno de esos aventureros fue el gran Harald Hardrada.
En su adolescencia tuvo que escapar de su Noruega natal después de terminar en una batalla perdida por la corona.
El joven Harald se arriesgó y se dirigió a Constantinopla, junto con 500 de sus seguidores personales. Afortunadamente para el grupo, la mayoría de ellos fueron seleccionados para la Guardia Varega, y así comenzó el increíble viaje de Harald.
El “vikingo” demostró una vez más su valía y luchó en varias misiones exitosas en Sicilia contra los musulmanes y los normandos.
Después de capturar alrededor de ochenta fortalezas árabes, se dirigió a Jerusalén, para supervisar probablemente un acuerdo de paz entre el Imperio Romano de Oriente y el califato fatimí en 1036 d.C. Sin embargo, fue en 1041 d.C. cuando el vikingo posiblemente jugó su papel más importante como varego, al aplastar despiadadamente un levantamiento búlgaro dirigido por Pedro Delyan, que supuestamente le valió a Harald el apodo de “devastador de los búlgaros”.
Entre los años 1046 y 1065 d.C., Harald finalmente pudo obtener el reinado de Noruega a través de varias maniobras políticas y militares, maniobras que sin duda aprendió durante su tiempo en la corte romana de oriente. Y finalmente en 1066 d.C., el Rey de Noruega, Harald Hardrada, lanzó la última invasión “vikinga” hacía Inglaterra.
Sin embargo, fue derrotado y muerto el 25 de septiembre de 1066 d.C. en la batalla de Stamford Bridge, dejándole a su mejor aliado, Guillermo el Conquistador, duque de Normandía, el reto de conquistar Inglaterra.
BOLLI BOLLASON
Otro ilustre miembro de la Guardia Varega fue la figura de Bolli Bollason, del siglo XI. Según la “Saga de Laxdœla“, Bolli, al igual que sus compañeros varegos, fue pagado generosamente por sus servicios, y regresó a Islandia vestido con tan finas túnicas moradas bordadas en oro que se ganó el sobrenombre de “Bolli el Elegante”.
CONCLUSIÓN FINAL
Personalmente me fascina la Guardia Varega bastante, el hecho de que un Imperio como el Bizantino haga uso de hombres tan diferentes y lejanos como los vikingos para protegerse, tanto al Imperio como al emperador, tiene su mérito.
A pesar de que la relación de los varegos con el Imperio Bizantino se mantenía por un claro interés monetario, es interesante ver la lealtad y compromiso que tuvieron estos vikingos desde sus inicios hasta su desaparición con el emperador.
No eran perfectos en sus funciones, pero si lo suficientemente buenos como para mandarles hacer cualquier cosa sabiendo que van a cumplir con el cometido. Desde luego la historia no los olvida, y nosotros tampoco.